Me senté junto a mi soledad a tomar
una cerveza en aquel bar, una Alhambra por favor, que estamos en
Granada.
Mientras esperaba mi cerveza observé
toda la terraza, no había apenas gente, una persona mayor apurando
el café de la tarde para permanecer allí leyendo la prensa del día,
una madre con su hija se tomaban un refresco y allí al fondo, una
pareja. El muchacho es algo mayor que ella y ella con su cara de niña
es... preciosa.
Por fin llega mi “cervecita”, le
doy un primer sorbo y continúo con mi mirada indiscreta hacia
aquella pareja. Intento imaginar de que hablan, que sienten,
interpretando cada uno de sus gestos y miradas. Quizá no debería
ser tan descarado pero no puedo evitarlo, esa pareja radia luz por
todos lados, están hablando de algo importante...
El chico se ha sincerado, le habia
dicho todo lo que sentía, por fin se había quedado tranquilo y
ahora necesitaba escucharla a ella. La chica no parecía sorprendida,
agachó la cabeza, no quería hablar... Ante su silencio, el chico la
miraba y ella estremecida, en su dilema interno, luchaba por no decir
la verdad, los años de experiencia hacen que siempre saque alguna
excusa en estas circunstancias pero esta vez, su corazón gritaba
¡dile lo que sientes!
Dudaba y no sabía como salir de ahí,
sabía que si decía algo cercano a él ya serían felices, pero eso
parecía no ser suficiente, quería seguir escuchando la verdad de
aquel muchacho.
Él sabía como estaba, sólo le pidió
que le mirase a los ojos y que le mantuviera la mirada un rato y
cuando estuviera preparada, le dijera lo que pensaba, aquello que
sentía. La chica le hizo caso pero no aguantó la mirada ni diez
segundos, él la cogió por la barbilla invitándola a volver al
contacto visual. No podía más, la chica se abalanzó sobre él, un
abrazo como respuesta más sincera, necesitaba del contacto directo,
se relajo y su resistencia a aquello que sentía empezó a
desaparecer.
El chico sonreía, parecía estar en la
cima de la felicidad. Ella se volvió a separar, volvieron los
nervios a su cuerpo, estaba pensando... “nunca tuve algo sincero,
algo real” parecía decirse, quizás este sea el momento...
Terminé mi cerveza, dejé el dinero
encima de la mesa y me fuí de allí, por el camino pensaba aquello
que el futuro le tenía preparado a esa pareja... una vez más, me
fuí de aquel bar, acordándome de ti.
Anda que no me machaca nada leer tus cuentos... y verdades.
ResponderEliminarEs super lindo Abel! Sigue asi Xikitillo^^
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