Pasiones de febrero que nunca podré
olvidar, nostalgia de un beso debajo de una lluvia incesante que nos
aseguraba un buen resfriado que no tendría más remedio que curarlo
con el recuerdo eterno de aquella noche.
Hechizos y encantamientos se podían
sentir en aquella madrugá por esas calles de la bahía, agarrados de
la mano sin mayor rumbo que pararse en cada esquina para poder de
nuevo besar aquel sueño, con miedo que de repente pudieramos
despertar.
Estas loco, me decías. En mi defensa
te digo que sólo quiero encontrar un lugar donde refugiarnos y mira,
aquí te regalo esta azotea con un techo para dos, con vistas a las
estrellas. Pero aquella noche... las
constelaciones nos contemplarían a nosotros, vieron como respasabas
con tus dedos cada detalle de mi cara para nunca olvidarme y por una
vez conseguí convertirme en un atrevido cantautor, para cantarte
tantos recuerdos al oído.
Volvimos volando mientras amanecía en
la ciudad, agarrado de tu cintura invité al futuro para que nos
diera la oportunidad de vivir una historia de cuento. Llevaba tiempo
esperándote y aunque no me creyeras, yo llevaba tiempo muriendo por tenerte en mis
brazos.
Jóvenes quisimos creer en el destino,
bendecimos al azar que acercó nuestros corazones y soñabamos
despiertos que todo era posible. Quizás desde aquella mirada, tu y
yo, nunca llegamos a separarnos.
Ahora tenemos recuerdos que nos hacen
soñar...