domingo, 29 de septiembre de 2013

Firmado queda


Pedí silencio al mundo para ver si así eras capaz de encontrarme, pensé que si nadie te molestaba lograrías espantar tus fantasmas y así seguro que volvías a mi. No se cuantas veces imaginé al cartero llamando a mi puerta para entregarme todas tus cartas hablando de aquel futuro que nos prometimos y adjuntando esa fotografía que nunca nos hicimos.

Conseguí que el ruido de la ciudad cesase, te llamaba y no tuve respuesta. Mi llanto inundó las calles, barcas llenas de historias iban a la deriva y sin ningún control, fueron a encallarse a saber por que parte de la ciudad. Ya no era capitan de mi recuerdo, todo se perdía, todo.

Ahora, cuando las lágrimas se han secado, encuentro azarosamente restos de vida que a veces me hacen sonreir y otras... siento como las astillas del recuerdo se clavan en mi.

Yo no miraba hacia adelante porque creí querer al pasado... ahora siento el presente y me enamoro del futuro, prometiéndome que nunca más recordaré como me enamoré de ti, firmo no haberte querido nunca y sentencio mi vida a una nueva sonrisa.

sábado, 21 de septiembre de 2013

Pasear lo vivido


Hola hermano, ¿cómo estás esta mañana?

Vamos a dar nuestro paseo de cada día. Como siempre iremos al centro, atravesaremos todo el barrio, éste que nos vió crecer y pasaremos por delante del quiosco de Luís, que parece que no pasan los años por él. Después cogeremos la avenida, aquella que está llena de palmeras y veremos a los niños juegar en el parque de la feria, allí donde conociste al amor de tu vida. Que por cierto, te la presenté yo, diría que me debes un gran favor...

Dejaremos atrás el parque y si el calor no nos ha derritido, seguiremos recto llegando a la calle larga, a las puertas del centro, allí hemos quedado con ese joven, Ismael. Te dará dos besos, sabes que es muy cariñoso y vendrá con su hijo que se llama como tú, Adrian, el pequeño es “clavaito” a su abuelo.

Para descansar un rato, tomaremos algo en el bar que hace esquina, allí estarán "los de siempre", hablando con nostalgia de nuestra infancia, de las aventuras, de los amigos que se fueron y de los amores que perdimos...

En aquel bar trabaja Laura, que es la viva imagen de su madre que la pobre en paz descanse. Ella, saldrá de la cocina para traernos nuestra “tapita” favorita, croquetas de la casa. Al probarlas, Laura esperará tu aprobación y tú, ¿qué le dirás?.
***

Ya de vuelta a casa, Adrian sonreia mirando a su hermano, tenía mejor cara que esta mañana. Paró su marcha y dijo “le salen las croquetas igual que a su madre, ese sabor no puedo olvidarlo... gracias hermano por recordarme mi vida cada día”.

* Para todas aquellas personas con Alzheimer y para aquellos que están a su lado, luchando para vencer a su olvido.

viernes, 13 de septiembre de 2013

Perdón por la indiscreción


Me senté junto a mi soledad a tomar una cerveza en aquel bar, una Alhambra por favor, que estamos en Granada.

Mientras esperaba mi cerveza observé toda la terraza, no había apenas gente, una persona mayor apurando el café de la tarde para permanecer allí leyendo la prensa del día, una madre con su hija se tomaban un refresco y allí al fondo, una pareja. El muchacho es algo mayor que ella y ella con su cara de niña es... preciosa.

Por fin llega mi “cervecita”, le doy un primer sorbo y continúo con mi mirada indiscreta hacia aquella pareja. Intento imaginar de que hablan, que sienten, interpretando cada uno de sus gestos y miradas. Quizá no debería ser tan descarado pero no puedo evitarlo, esa pareja radia luz por todos lados, están hablando de algo importante...

El chico se ha sincerado, le habia dicho todo lo que sentía, por fin se había quedado tranquilo y ahora necesitaba escucharla a ella. La chica no parecía sorprendida, agachó la cabeza, no quería hablar... Ante su silencio, el chico la miraba y ella estremecida, en su dilema interno, luchaba por no decir la verdad, los años de experiencia hacen que siempre saque alguna excusa en estas circunstancias pero esta vez, su corazón gritaba ¡dile lo que sientes!
Dudaba y no sabía como salir de ahí, sabía que si decía algo cercano a él ya serían felices, pero eso parecía no ser suficiente, quería seguir escuchando la verdad de aquel muchacho.

Él sabía como estaba, sólo le pidió que le mirase a los ojos y que le mantuviera la mirada un rato y cuando estuviera preparada, le dijera lo que pensaba, aquello que sentía. La chica le hizo caso pero no aguantó la mirada ni diez segundos, él la cogió por la barbilla invitándola a volver al contacto visual. No podía más, la chica se abalanzó sobre él, un abrazo como respuesta más sincera, necesitaba del contacto directo, se relajo y su resistencia a aquello que sentía empezó a desaparecer.

El chico sonreía, parecía estar en la cima de la felicidad. Ella se volvió a separar, volvieron los nervios a su cuerpo, estaba pensando... “nunca tuve algo sincero, algo real” parecía decirse, quizás este sea el momento...

Terminé mi cerveza, dejé el dinero encima de la mesa y me fuí de allí, por el camino pensaba aquello que el futuro le tenía preparado a esa pareja... una vez más, me fuí de aquel bar, acordándome de ti.