viernes, 27 de diciembre de 2013

Vuelta a casa


Ya es tarde y toca volver a casa, por el camino no me quiere acompañar ni el frío que debería de estar por estas fechas. Solo, camino mirando a la nada y no tardo ni tres pasos en cerrar mis ojos para empezar a recordarte… te imagino ahí parada, siempre tan bonita, tan radiante al verme que todavía no entiendo porque no te besé antes, abro los ojos… una vez más la realidad comienza donde acaba el espejismo.                 

Cada paso me acerca a mi cama, esa que tanto deseo que conozcas o más bien que te acostumbres a ella, dejando tu perfume en mis sabanas, por mi parte prometo abrigarte y que en ella, no tendrás nunca ninguna pesadilla.      

Esta noche estoy más cansado y sólo tu recuerdo me anima a seguir andando, pensar en ti hace que las calles se achiquen y sin darme cuenta estoy tarareando, una vez más, aquella canción que la hice nuestra; tú quizás ni lo sepas…                                          
Lo siento pero tengo esa necesidad de verte, para regalarme ese mejor momento del día que siempre viene patrocinado por tu sonrisa y de aquel salto hacia mi, agarrándome fuerte para darnos un nuevo abrazo que nos haga vibrar.                             
Ya veo mi piso al final de la calle, que corto se me hizo esta noche el camino de vuelta, todo es tan agradable a tu lado... gracias una vez más por tu compañía, gracias por el regalo de vivir con tu presencia.  

domingo, 24 de noviembre de 2013

Yo también jugué en ese polideportivo


Suerte tuvieron de encontrarte aquellos jovenes perdidos en las calles, cuando les diste un balón de baloncesto invitándoles a echar un partido, desde ese momento ellos ganaron su batalla contra la miseria que le estaba esperando en la oscuridad de la calle. A cuántos animaste a salir del bache por medio del deporte, por medio de las buenas amistades en aquel centro social que creaste en forma de polideportivo.

Cuanto bien hiciste en el barrio y como lo animaste, ¿quién no te conocia? Recuerdo en el colegio un torneo de fútbol, jugabamos contra el equipo de tu barriada y al enterarse que tú eras mi tío, todos los jugadores quisieron venir a saludarme, sentían admiración por ti. Nos ganaron... estoy seguro que la victoria te la dedicaron a ti.
Hiciste tanto bien entre aquellas pistas deportivas que todo un barrio se pregunta porque la vida fue tan injusta contigo y tuviste que irte tan pronto.

Ahora todo aquel que te conoció lleva algo de ti, diste tanto que estoy seguro que sigues enseñando en el recuerdo. Yo me quedo con esa humanidad que trasmitías, la hice parte de mi y ahora... intento no decepcionarte.

¡Me cachis en la mar! que mala suerte tuviste... al menos nos queda el consuelo al saber que viviste con alegría aquello que la vida te dió y con aquello por lo que luchaste. Viniste de la humildad de tu familia y aquello te hizo grande. Me encantaba ir a tu casa, verte allí leyendo tu periódico para después compartir con nosotros aquellas noticias, añadiendo información al respecto porque tú, siempre sabías mucho más de lo que aparecía en la crónica, realmente... sabías de todo.

Hace algo más de un año que te fuiste y seguro que ahora en el cielo se organizan campeonatos de todos los deportes y apostaría que has hecho una buena “candela”, has llamao a la Paquera y a Moraíto Chico y tenéis una buena zambomba montada allí arriba.

Ahora cuando juego en tu polideportivo, el Polideportivo la Asunción, te imagino allí y se me escapa una sonrisa al recordar con inmenso orgullo que mi tío Paquirri fue aquel hombre que todo un barrio quería, un hombre al que todos ahora... 

...echamos de menos...

jueves, 31 de octubre de 2013

La extraña de las botas rojas


No se como llegue allí pero la plaza estaba abarrotada, no cabía ni un alfiler. Me agobian esas situaciones que sabes que una vez que entras para poder salir tendrás que empujar, ser empujado y aguantar miradas y recibir no pocos pisotones.

Allí en la plaza de las Pasiegas me vi inmerso en aquel folclore y al avanzar casi tropiezo... tenía los cordones desatados, me agaché a ponermelos, en un lugar como ese ir con los cordones así era una invitación al batacazo público. Estando agachado rodeado de tantas personas desconocidas para mi, encontré tranquilidad y observé como se veía aquella plaza entre aquel mar de piernas, fue entonces cuando vi aquellas botas rojas... estarían a unos 15 metros de mi, ahora si me empezó a gustar estar en aquel lugar.

La banda empezó a tocar, una suave melodía que silenció la plaza y sorprendiéndonos a todos, un grupo de bailarines inmersos entre el público fueron cogiendo a los asistentes, invitándoles a bailar. Mis amigos, si es que se pueden llamar así, me empujaron cuando una de las bailarinas estaba acercándose, ella me cogió de la mano, ya no podía escapar.
Yo, que desconocía el motivo de tanta fiesta, estaba danzando junto a esa chica que me llevaba a su antojo, siguiendo sus pasos como podía, la vergüenza me estaba matando, agaché la cabeza y miraba al suelo...
En un giro rápido, volví a ver esas botas rojas, empecé a sonreir, sabía que estabas cerca.
Cada vez había más gente bailando por aquella plaza y mi bailarina no estaba dispuesta a soltarme, la música fue decayendo y el compás invitaba al balanceo de un lado a otro. Ante tanta gente mi espalda rozaba con otra, casi que bailaba con dos personas a la vez, seguía el mismo ritmo que nosotros...

Termino la música, mi compañera de baile me dijo (creo que por compasión) que no lo había hecho nada mal, la gente aplaudia y yo deje caer mis manos que fueron a encontrarse con las de la chica que estaba a mi espalda, no sentí reparo al estar en contacto de aquella desconocida y a ella tampoco pareció importarle. Me agarró las manos, sus dedos empezaban a jugar con los mios y por la forma que  me acariciaba, sabía que eras tú...

Empezó de nuevo la melodía interpretada por la banda, ahora me toca bailar contigo le dije aún de espaldas, al girarnos me abrazaste y al oido me dijiste “ahora sigue mis botas rojas, seguro que así no te pierdes”.

martes, 22 de octubre de 2013

Candidatura a la esperanza


El bueno de Miguel se cae de sueño, aún le quedan cuatro horas de trabajo y no le queda otra que mantenerse despierto a base de energía guardada en tiempos mejores. Sabía que por el peso de su cartera no le llegaba para el café.
Mientras tanto, la cadena de montaje le invitaba a la monotonía de su día a día, él... pensaba en sus princesas, no tiene mayor razón que ellas para seguir allí.

Son las 23:00, la sirena de la fábrica grita libertad y Miguel vuelve a casa que ya por hoy está bien. Salió sobre las 9:00 para hacer un recado, algun trabajo no declarado y recorrer unos pocos de kilometros con la esperanza de dejar un nuevo curriculum que se convierta en la salvación para el futuro de su hija.

El paseo de vuelta es duro, le pesa la vergüenza de no sentirse capaz de no poder sacar adelante a su familia. Hoy hace un mes que le dijeron que no lo renovarían y desde entonces no ve más que derrotas, ya no sabe que máscara ponerse al volver a casa.

Allí le espera la felicidad de la pequeña África y la belleza de Ana, reina de la casa, a quien esta noche ya no podrá engañar... Miguel se derrumbó, la preocupación no le dejaba dormir, Ana le besó y lo calmó con su abrazo susurrándole al oido “saldremos adelante...”.

Una vez sonó el despertador, cogió fuerzas de la mirada de Ana y de la sonrisa de la pequeña, sabía que hoy la vida le invitaba a vivir, quizás al cruzar la puerta, la suerte esté en el ascensor y venga conmigo de la mano a entregar una vez más, su candidatura al puesto de trabajo que se ofrece en aquel establecimiento.

lunes, 14 de octubre de 2013

Una flor para su pelo


Lo siento vecina pero esa rosa se marchitará en tu jardin, la ví hace tiempo y estoy seguro que ni te has dado cuenta de su belleza, tengo que robartela así ya me pinche pero es que es perfecta para su pelo.

Encuentro tantas cosas con las que sorprenderte por el camino que las guardo en mi memoria para el próximo día que volvamos a vernos. Me he aficionado a esa sonrisa que me regalas al darte cada uno de esos detalles, que ahora sólo pienso en sorprenderte a cada instante.

Mi soledad me sigue preguntando por la tuya, no se que te dirá ella pero por lo visto llevan tiempo caminando de la mano y antes de salir de casa siempre me dice “hoy no la dejes escapar...”.

Ya estoy llegando, te veo en mitad de la calle y se me escapa la sonrisa nerviosa antes que puedas verme, ¡qué ganas de abrazarte!...

Me esperas con las piernas cruzadas, arrancar aquella rosa ha hecho que llegue tarde, pareces no estar molesta, me sonries y me das el primer abrazo del día, ya mereció la pena venir a verte, aprovecho para plantar aquella flor en tu cabello, al separarnos la cogiste. Tu sonrisa perfecta me deja petrificado... sólo al cogerme la mano e invitarme a pasear vuelvo a la vida, para seguir respirando el aire de tus suspiros.

domingo, 29 de septiembre de 2013

Firmado queda


Pedí silencio al mundo para ver si así eras capaz de encontrarme, pensé que si nadie te molestaba lograrías espantar tus fantasmas y así seguro que volvías a mi. No se cuantas veces imaginé al cartero llamando a mi puerta para entregarme todas tus cartas hablando de aquel futuro que nos prometimos y adjuntando esa fotografía que nunca nos hicimos.

Conseguí que el ruido de la ciudad cesase, te llamaba y no tuve respuesta. Mi llanto inundó las calles, barcas llenas de historias iban a la deriva y sin ningún control, fueron a encallarse a saber por que parte de la ciudad. Ya no era capitan de mi recuerdo, todo se perdía, todo.

Ahora, cuando las lágrimas se han secado, encuentro azarosamente restos de vida que a veces me hacen sonreir y otras... siento como las astillas del recuerdo se clavan en mi.

Yo no miraba hacia adelante porque creí querer al pasado... ahora siento el presente y me enamoro del futuro, prometiéndome que nunca más recordaré como me enamoré de ti, firmo no haberte querido nunca y sentencio mi vida a una nueva sonrisa.

sábado, 21 de septiembre de 2013

Pasear lo vivido


Hola hermano, ¿cómo estás esta mañana?

Vamos a dar nuestro paseo de cada día. Como siempre iremos al centro, atravesaremos todo el barrio, éste que nos vió crecer y pasaremos por delante del quiosco de Luís, que parece que no pasan los años por él. Después cogeremos la avenida, aquella que está llena de palmeras y veremos a los niños juegar en el parque de la feria, allí donde conociste al amor de tu vida. Que por cierto, te la presenté yo, diría que me debes un gran favor...

Dejaremos atrás el parque y si el calor no nos ha derritido, seguiremos recto llegando a la calle larga, a las puertas del centro, allí hemos quedado con ese joven, Ismael. Te dará dos besos, sabes que es muy cariñoso y vendrá con su hijo que se llama como tú, Adrian, el pequeño es “clavaito” a su abuelo.

Para descansar un rato, tomaremos algo en el bar que hace esquina, allí estarán "los de siempre", hablando con nostalgia de nuestra infancia, de las aventuras, de los amigos que se fueron y de los amores que perdimos...

En aquel bar trabaja Laura, que es la viva imagen de su madre que la pobre en paz descanse. Ella, saldrá de la cocina para traernos nuestra “tapita” favorita, croquetas de la casa. Al probarlas, Laura esperará tu aprobación y tú, ¿qué le dirás?.
***

Ya de vuelta a casa, Adrian sonreia mirando a su hermano, tenía mejor cara que esta mañana. Paró su marcha y dijo “le salen las croquetas igual que a su madre, ese sabor no puedo olvidarlo... gracias hermano por recordarme mi vida cada día”.

* Para todas aquellas personas con Alzheimer y para aquellos que están a su lado, luchando para vencer a su olvido.

viernes, 13 de septiembre de 2013

Perdón por la indiscreción


Me senté junto a mi soledad a tomar una cerveza en aquel bar, una Alhambra por favor, que estamos en Granada.

Mientras esperaba mi cerveza observé toda la terraza, no había apenas gente, una persona mayor apurando el café de la tarde para permanecer allí leyendo la prensa del día, una madre con su hija se tomaban un refresco y allí al fondo, una pareja. El muchacho es algo mayor que ella y ella con su cara de niña es... preciosa.

Por fin llega mi “cervecita”, le doy un primer sorbo y continúo con mi mirada indiscreta hacia aquella pareja. Intento imaginar de que hablan, que sienten, interpretando cada uno de sus gestos y miradas. Quizá no debería ser tan descarado pero no puedo evitarlo, esa pareja radia luz por todos lados, están hablando de algo importante...

El chico se ha sincerado, le habia dicho todo lo que sentía, por fin se había quedado tranquilo y ahora necesitaba escucharla a ella. La chica no parecía sorprendida, agachó la cabeza, no quería hablar... Ante su silencio, el chico la miraba y ella estremecida, en su dilema interno, luchaba por no decir la verdad, los años de experiencia hacen que siempre saque alguna excusa en estas circunstancias pero esta vez, su corazón gritaba ¡dile lo que sientes!
Dudaba y no sabía como salir de ahí, sabía que si decía algo cercano a él ya serían felices, pero eso parecía no ser suficiente, quería seguir escuchando la verdad de aquel muchacho.

Él sabía como estaba, sólo le pidió que le mirase a los ojos y que le mantuviera la mirada un rato y cuando estuviera preparada, le dijera lo que pensaba, aquello que sentía. La chica le hizo caso pero no aguantó la mirada ni diez segundos, él la cogió por la barbilla invitándola a volver al contacto visual. No podía más, la chica se abalanzó sobre él, un abrazo como respuesta más sincera, necesitaba del contacto directo, se relajo y su resistencia a aquello que sentía empezó a desaparecer.

El chico sonreía, parecía estar en la cima de la felicidad. Ella se volvió a separar, volvieron los nervios a su cuerpo, estaba pensando... “nunca tuve algo sincero, algo real” parecía decirse, quizás este sea el momento...

Terminé mi cerveza, dejé el dinero encima de la mesa y me fuí de allí, por el camino pensaba aquello que el futuro le tenía preparado a esa pareja... una vez más, me fuí de aquel bar, acordándome de ti.

miércoles, 21 de agosto de 2013

Tierna y dulce historia de amor


Jaime y Clara son amigos desde hace mucho tiempo o eso me dijeron aquellos que los conocen. Tatiana es la mejor amiga de Clara, pero se pone algo celosa cuando ella prefiere la compañía de Jaime a la suya, le cae bien pero cuando él llega, Clara sólo tiene ojos para él.

Se conocen desde hace 3 años pero yo creo que se conocen desde hace más tiempo, porque a los 15 minutos de conocerlos Clara ya agarraba de la mano a Jaime y eso es muy raro me dijo Tatiana.
Supongo que se enamorarían a primera vista, Cupido siempre anda por ahí lanzando flechas Tatiana y seguro que a ti algún día te pasará lo mismo. Ella lo negaba, no parecía entenderlo o más bien no quería entenderlo, decía que Jaime es muy pequeño, tenía casi cuatro años menos que su amiga y además, Clara siempre le decía que le gustaba un chico que vive en su barrio...

Seguimos hablando allí en el parque cuando llegó nuestro “Romeo”, no tardó ni un instante en buscar a su “Julieta”. La llamaba, necesitaba de su compañía, quería sentirla y extendiendo la mano preguntaba continuamente "¿dónde te has metido Clara?" . Tatiana frunció el ceño y me contó muy bajito “lo ves, siempre quiere estar con ella, no ha perdido tiempo ni para saludarnos, ya está preguntando por ella...”

Era la primera vez que vi a Jaime y la verdad que me quedé alucinado al ver como deseaba que llegase su compañera, está “loquito” por aquella chica y es que el amor es eterno mientras dura...
No tardo mucho en llegar, Clara sin decir nada, se puso a su espalda, le tapó los ojos y le dijo al oído “aquí estoy, dame la mano y ven conmigo”. Después de una sonrisa enorme de aquellos dos tortolitos se fueron corriendo de la mano, dando gritos de alegría e ignorando la presencia de la buena de Tatiana que allí se quedó sentada a mi lado, reflejando el dolor en su rostro al sentirse desplazada.

Bastante enfurecida me decía “no lo entiendo, no se da cuenta que Jaime es muy pequeño y además ¡es ciego!, le miente cuando le dice guapa y esas cosas”. De verdad que no se que le pasa a Clara...
Tatiana sabía que su comentario había sido bastante inapropiado y empezó a llorar...

Pobre Tatiana, intenté consolarla con mi abrazo, había hecho tanto por su amiga, se había peleado innumerables veces en el colegio para defenderla, había mandado a callar a grandes y mayores pidiendo respeto por su amiga, perdió horas de juego para ayudar a su amiga en los deberes que tanto le costaba, Tatiana siempre le dió su mano para que Clara pudiera seguir adelante... y ahora parecía como si la hubiera olvidado.

Cuando ya nos ibamos, volvían los enamorados todavía agarrados de la mano. La verdad que forman una pareja entrañable, ella alta y “canija”, él bajito y “regordete”. Allá van con sus sonrisas, ella le cuenta el mundo que les rodea con cada uno de sus detalles, él le regala caricias y le dice todo aquello que es invisible a los ojos, como ya nos enseñó “el Principito”.

Clara al vernos se acercó, beso a su amiga, le dijo “gracias” y volvió con Jaime. Tatiana volvió a llorar, pero esta vez en sus lágrimas había alegría, veía que su amiga por fin no dependía de ella, que podía valerse por si misma y había ganado la batalla al colegio, a todos aquellos que se reían de ella, que nunca confiaron en ella por considerarla discapacitada...
...y nunca como persona...

martes, 13 de agosto de 2013

Noche de Perseidas


Anoche la playa me preguntó por ti, aquella brisa marina quería acariciar tu pelo casi tanto como yo, las olas marcaban el mismo ritmo que la noche que te conocieron y tus pisadas sobre la arena se habían quedado para que pudiera pasear a tu lado.

Anoche San Lorenzo lloraba, no quería reconocerlo, pero ni en la oscuridad más profunda pudo esconder sus lágrimas. En esta noche de Perseidas, quiero imaginarte allí sentada a mi lado, mirando al cielo en busca de alguna estrella fugaz para pedir deseos de eterna felicidad. 


Tuve que contarte como se piden los deseos a las estrellas. Presta atención, tienes que mirar fijamente al cielo, enterrar tus manos en la arena y cuando veas la estrella, cierra los ojos rápidamente y pide tu deseo.
Después de pedir unos cuantos, te echaste en mi, yo no necesitaba mirar al firmamento para ver las estrellas, tus ojos iluminados me reflejaban aquel regalo de Perseo y pude contemplar como letnamente te quedabas adormecida sobre mi pecho. Aproveché entonces para dibujar tu rostro al compás de tu respiración y miraba al cielo para no pedir nada, sólo para darle las gracias...


...por encontrarte...

viernes, 9 de agosto de 2013

En el nombre de Temis (I)


Aquel día entraba a las 19:00, no me tocaba ese turno pero un compañero me pidió un cambio y bueno, siempre que se puede intentamos ayudarnos entre todos o por lo menos algunos de nosotros.

Serían las 19:15 cuando lo vi entrar, llegaba alegre apestando un poco a cerveza, no dijo nada, se dirigió directamente a la sala de espera y se sentó con el DNI en la mano esperando su turno. Su comportamiento no paso desapercibido, mis compañeros ya hablaban de él y se podían escuchar algunas risas.
Hacia tiempo que no llegaba alguien tan peculiar a la comisaria, quitando a los vagabundos que cada noche nos hacían su visita, pero aún así para mi Juan parecía otro de tantos que venían a denunciar quizás el robo de su moto, de una “pedrada” en el escaparate de su tienda o el intento de hurto en su casa al ver forzada la cerradura... Esas suelen ser las denuncias que tenemos aquí en la jefatura de policía de la calle Mandragora.

Mientras esperaba su turno permanecía inmóvil, petrificado, con la mirada fija y su sonrisa mantenida, aquella que tiene un padre primerizo que espera a ver a su hijo por primera vez en el hospital ansiando el momento que la matrona le conceda entrar en la habitación para conocer a su pequeño.

A las 19:34 ya en mi asiento, mientras anotaba unos datos que deje ayer a la mitad, Juan me miraba esperando que le permitiera sentarse para poder atenderle. Me daba lástima, llevaba esperando un rato y en la sala de espera el aire acondicionado hace tiempo que dejo de funcionar, le dije que podía sentarse mientras terminaba de pasar mis anotaciones. No cambio el rostro, se levantó rápidamente y con la mirada fija en mi fue acercándose, llegando a su asiento aún con el DNI en la mano.
Inevitablemente sentía cierta tensión, un hombre mirándote tan fijamente mientras haces tu trabajo te hace estar un poco incómodo, aún así fueron mis compañeros los que me ponían más nervioso, es verdad que se le notaba algo borracho pero no estaba sordo, se había dado cuenta que estaba siendo motivo de burla de algunos policías y eso no le gusta a nadie.

Cinco minutos más tarde por fin había terminado, Juan no parecía importarle la espera. Pase la página para tomar declaración y le pregunté qué había sucedido.

Sólo me dijo “Me llamo Juan, tengo 56 años y voy a cometer un asesinato...”

lunes, 5 de agosto de 2013

Conversación con mi mejor amigo IV


Abel.- Hola amigo, cuánto tiempo hace que tú y yo no teníamos una conversación de estas...

Golfo.- Es que últimamente no paras, casi que tengo que coger cita para que puedas sacarme.

Abel.- Sabes que no depende de mi y necesito de la ayuda de los “titos y titas” para poder cumplir con todas mis obligaciones de mi día a día. Ya me gustaría tener más tiempo, que si fuera por mi...

Golfo.- A mi me da igual salir con los “titos y titas” pero sólo contigo puedo correr porque claro, como les dices “no vayas a soltar a Golfo”... ¿crees que me voy a ir por ahí?, que no papá, ¡qué no me escapo!

Abel.- No me fio, no por ti, sino por los otros perros que te dicen de jugar y “se te va la pinza”. Pero bueno, lo tendré en cuenta para próximas salidas, si me prometes que les harás caso.

Golfo.- ¡Prometido!



Abel.- Bueno, has visto que volvemos al blog, retornamos a este nuevo espacio donde poder contar un poco de todo y esta vez necesito de ti.

Golfo.- Papá... yo no se escribir, con estas patitas que tengo siempre pulso más de dos o tres teclas, para escribir una frase puedo tardar una eternidad, no puedo ayudarte lo siento.

Abel.- Jeje, no es eso. Quiero que me “obligues” a escribir, que me recuerdes que aquí es donde puedo expresar aquello que necesito contar y que con un poco de suerte, quizás, ayude o le sirva a alguien.

Golfo.- Vale, yo te lo recuerdo sin problema, pero sácame un poco antes de ponerte a escribir.

Abel.- Sabes que lo haré, que saco tiempo de donde haga falta y que puedes contar conmigo al igual que yo contigo...
...siempre...